lunes, 17 de abril de 2017

Bajo el Cielo Purpura de Roma - Alessandra Neymar


















Mirame y Dispara - Alessandra Neymar #1


Kathia Carusso, una joven adolescente de la alta aristocracia italiana, regresa a Roma tras muchos años de internado sin entender muy bien por qué su familia la quiere de vuelta. Allí se reencuentra con Cristianno Gabbana, un conocido de la familia con quien nunca ha tenido muy buena relación. Christiano es terriblemente atractivo, impulsivo, y no parece tener más preocupaciones que las peleas con otras bandas y coquetear con chicas de piernas largas. Al empezar el curso, Kathia y Cristianno verán que no sólo comparten la misma clase sino también el mismo grupo de amigos. Lo que empezará con odio irá desembocando a una tensión cada vez más fuerte, con provocaciones cada vez más descaradas y situaciones límite... Y cuando finalmente ambos se atrevan a aceptar sus verdaderos sentimientos, deberán sortear obstáculos que nunca hubiera ni imaginado...





PROLOGO
Kathia
El coche arrancó. Dejé a Cristianno tirado en el suelo, forcejeando con su primo. Él quería venir en mi busca, pero se lo impedían. Mejor así.

Los recuerdos me abrumaban y apenas me dejaban respirar. Era consciente de lo poco que valía mi vida si él no estaba a mi lado. Todo lo que para mí tenía significado llevaba su nombre. Ese nombre que retumbaba en mi cabeza con más intensidad que nunca.
Cristianno, Cristianno, Cristianno...
Lo miré por última vez. Todavía tenía el sabor de su cuerpo en mis labios, el calor de su tacto en mi piel, el susurro de sus palabras en mi cuello... Y ahora veía cómo su figura se iba alejando. Me obligaban a apartarme de él sin darse cuenta de que con ello me obligaban también a morir. Pero eso es algo que no les debía de importar lo más mínimo, después de tantas veces como habían puesto mi vida en peligro.


Mi corazón se quedó allí, con él, mientras su imagen se borraba empañada por mis lágrimas.

Mírame y dispara




Traición - Alessandra Neymar #2

Kathia
Reconocí la letra al mismo tiempo en que le sentía tras de mí.
Mírame. Estoy aquí.
Me di la vuelta ansiosa por verle.

Cristianno esperaba entre las sombras de un rincón alejado de la entrada al cenador, enloquecedoramente atractivo. Con el gesto cabizbajo, intensificando el bellisimo resplandor de sus ojos y vigorizando su figura.
Contuve el aliento, sintiendo la urgencia de besarle allí mismo y enmendar los errores que cometí aquella mañana. Pero solo fui capaz de llevarme una mano a la boca y olvidar el control sobre una lágrima que resbaló por mi mejilla.

—¿Cómo has sabido que vendría aquí́? —pregunté sin apenas voz, más concentrada en él que en la posibilidad de que le descubrieran.

—Te he seguido —resolló.

Fue entonces cuando me di cuenta que estaba caminando hacia él sin voluntad sobre mí misma, atraída completamente por la incuestionable seducción que desprendía.

—¿Cuándo tiempo llevas aquí? —jadeé.

Cristianno entrecerró los ojos y torció el gesto lentamente.

—He llegado a tiempo de ver como Valentino te besaba —aludió, ignorando que me dejaría desolada. Tanto que no pude seguir manteniendo su mirada.

Agaché la cabeza, tocándome las manos con nerviosismo y buscando desesperadamente una forma de demostrarle todo lo que se paseaba por mi mente. El merecía una explicación, ambos necesitábamos que yo le contara lo que sentía. Eso era lo que me había pedido en el probador y lo que yo no supe darle.

—Cristianno, yo... nada de esto... —tartamudeé cabizbaja.

—Cállate... —gimió colocando un dedo sobre mis labios. Me estremeció el contacto y él supo reconocer que era porque acaba de tocarme—. No hace falta que digas nada.

Se acercó a mi boca, creando un suspense terriblemente excitante que me hizo cerrar los ojos un instante. No debería haberme impresionado tanto, porque Cristianno solía ser así de provocativo, pero había algo más tras aquellos gestos. Lo noté en el calor que desprendía.

—¿Vas a besarme? —suspiré.

—¿Es lo que quieres?

—Siempre lo he querido.

Observó como uno de sus dedos se deslizaba por mi clavícula.

—No lo parecía esta mañana —espetó antes de mirarme fijamente—. Te lo pondré bien fácil, amor. O te resistes o te dejas llevar, tú decides.

Se me contrajo el vientre.

Traición


Colapso - Alessandra Neymar #3

Kathia
Cristianno... ¿Me oyes, mi amor?
Silencio, denso y profundo.

Y frío. Intenso, duro, atravesando cruelmente mis huesos hasta hacerlos crujir. Un frío que dolía, y que no me importaba sentir.
¿Estás ahí?
La corriente nocturna entró en el panteón Gabbana dándome la sensación de que alguien caminaba a mi alrededor. Quise creer que cada movimiento eran pasos similares al de unos pies calzados avanzando con pereza. Sabía que era el viento, pero dejé que mi mente fuera más allá imaginando que su presencia acababa de irrumpir allí. Idea que cobró más fuerza cuando los velones que iluminaban el lugar titilaron apunto de apagarse. Por un momento mi sombra cubrió toda la piedra del sarcófago en un extraño y siniestro abrazo. No me moví, no levanté la mirada de su nombre y tampoco dejé de acariciarlo, letra por letra. Me mantuve impertérrita rogando que aquella ráfaga fuera realmente su alma que, tal vez, venía a llevarme con él...

Cerré los ojos, apretando fuerte.
No deberías estar muerto...
Un pensamiento que tenía escondido en el último rincón de mi mente, bajo llave y junto a todos y cada uno de los recuerdos que había compartido con Cristianno para que nadie pudiera dañarlos. Era lo único que me quedaba de él.
Tu corazón tendría que latir contra el mío. Tendría que sentirlo pegado a mi pecho, colándose bajo mi piel, estremeciéndose con cada uno de sus latidos. Tendría que estar saboreando tu vida en mis labios, sintiéndote dentro de mí, formando parte de mi cuerpo.Tendrías que haberme mirado una última vez aquella maldita noche y gritado que yo podría sacarnos de allí, aunque fuera mentira, aunque supieras que esa posibilidad habría terminado con nuestras vidas.Deberías haber cogido mi mano, apretarla fuerte y haber mantenido tu mirada pegada a la mía mientras nos consumían las llamas... a los dos... Juntos.Tendrías que haberme dejado morir contigo... O los dos o ninguno, pero nunca tú solo. Maldita sea, nunca tú solo... No debiste morir sin mí. Porque no hay mayor tortura que continuar respirando un aire que a ti ya no te hace falta respirar.Te has llevado mi vida, Cristianno... Te lo has llevado todo, amor.
Supe que había empezado a llorar cuando abrí los ojos y vi las letras de piedra húmedas por las lágrimas. El ambiente se volvió más helado, agarrotando mis músculos hasta doler y haciendo que mi respiración fuera un aliento mucho más espeso. Aquello solo podía significar una cosa: nevaba de nuevo, como la madrugada pasada.

Finalmente, los velones se apagaron y la oscuridad engulló el lugar. Oscuridad y silencio..., como si de algún modo Cristianno no estuviera de acuerdo con lo que acababa de decirle.
Lo siento, cariño, pero eso es algo que ni siquiera tú puedes evitar.
Sentí el frío de la piedra en mis labios cuando la besé. Acomodé mi cabeza como si fuera su pecho y contemplé la nieve caer, cada vez más intensa.
Es extraño que nieve a mediados de Marzo, ¿no crees?
Pero Cristianno no contestó. No lo haría nunca... Porque estaba muerto.

—Abrázame —jadeé.

Y si lo hizo, jamás lo sabría.

Colapso


Desafio - Alessandra Neymar #4

Cristianno
No podía ser un buen hombre si me gustaba la mafia.

Esos principios contradecían las normas tácitas de la moralidad y me convertían en la clase de persona que suponía un conflicto para el mundo. Pero, aun siendo conocedor de la diferencia entre el bien y el mal, el espacio entre el adolescente que había sido y el hombre en quien me había convertido nunca me pareció tan extraordinario.

Probablemente debería haberlo lamentado, pero entonces hubiera sido un puto mentiroso.
No, ya no era un simple crío de dieciocho años.

Era el tipo que cualquiera temería. El mismo que deseaba ser desde que tenía uso de razón y que jamás creí que sería; al menos no tan joven, ni precisamente por aquellas razones
Nunca quise tener que administrar mis emociones para poder encontrar el modo de prolongar mi vida y la de alguien a quien amaba. Nunca quise morir y mucho menos tener que hacerlo para satisfacer las turbias necesidades de un megalómano.

Me había resistido tanto a esa alternativa que aún notaba la rebeldía. Pero también entendí condenadamente bien la situación, e incluso disfruté del proceso. Algo que me convirtió en una especie de ángel de la muerte. Nadie sabía que existía, nadie sabía a qué amenaza se enfrentaba.
Por lo tanto, era incluso más poderoso de lo que imaginaba.

Invencible... porque los muertos no pueden volver a morir.

Daba igual las vueltas que diera o mis esfuerzos por evitarlo. Tarde o temprano sería lo que ahora soy: el maldito señor de la mafia en Italia. Solo que nadie lo sabía, y para cuando lo supieran, sería demasiado tarde para erradicarlo.

Solté una sonrisa retorcida. Me fascinaba saber que mi supremacía era tan absoluta y que, después de todo, Angelo Carusso era solo un maldito peón sobre un tablero de ajedrez. Mi marioneta.
En Londres lloviznaba aquella tarde.

Era jueves.

Y estaba en el cementerio de Highgate acuclillado ante la tumba de mi última víctima; había provocado que se ahorcara delante de mí.

Le di una calada a mi cigarro, lo apagué en la piedra de su lápida y expulsé el humo.

Era más experimentado, menos vulnerable. La fina línea que separaba la muerte del éxito estaba delimitada por mis acciones, por cada uno de mis pasos. Si yo fallaba, esa línea se rompería.
Por eso no me convenía ser demasiado salvaje fuera de mi jurisdicción. En Italia la mafia lo controlaba todo, nadie sabía nada; y si alguno estaba al corriente hacía la vista gorda y sacaba provecho. Pero fuera de estas fronteras no teníamos tanto mando. Actuar sin pensar en las consecuencias podría despertar la curiosidad de las autoridades, lo que nos habría convertido en una red internacional de extorsión objetivada por las organizaciones policiales de media Europa.

«Debes tener cuidado, ¿de acuerdo?», me había advertido Enrico.

Y entonces pensé: «¿Por qué mancharnos las manos si lo pueden hacer las propias víctimas?»

Exacto. El suicidio era la mejor estrategia para eliminar a nuestros enemigos.

Vi los pies de Ken Takahashi detenerse a pocos centímetros de mí. —Todo está listo, Gabbana —dijo el japonés.

Y le miré de reojo.

Él era el hijo de Hiroto, el profesor de la Universidad de Oxford que tanto había aparecido en el USB que Fabio había entregado a Kathia antes de morir. Tenía treinta y cuatro años y era un bioquímico tan excelente como corrupto, además de uno de los mejores, más indispensables y secretos amigos de mi difunto tío.

Una de las cosas que más me impresionaron de Ken al conocerle, más allá de su aspecto tan pueril y de ser él quien protegía los diarios de mi tío, fue su extraordinaria inteligencia. Trabajar a su lado había resultado ser toda una experiencia, además de una sorpresa, pues las coordenadas que encontramos en la caja fuerte de Fabio resultaron no serlo. Se trataba de un código de acceso a una vía segura de comunicación; a grandes rasgos, un número de teléfono que nos conducía a Ken. —El jet sale en una hora. Tienes que irte — añadió.

Siempre que le observaba me causaba la misma sensación de consonancia. Pero aquella vez no pudo con mi repentina inestabilidad.

No había pasado el tiempo suficiente. Para mí había supuesto una eternidad, pero en realidad apenas habían sido unas semanas. Los motivos con los que argumentar mi simulada muerte tenían sentido, demasiado quizás. Pero también temía que eso no sirviera de explicación cuando Kathia me la exigiera.

Tragué saliva.

La idea de perderla me trastornaba, era el único pensamiento que me hacía vacilante e inseguro.
Hace tiempo pensar en el amor como un sentimiento que yo pudiera experimentar me parecía estúpido e innecesario. Algo creado para los débiles y fracasados. Algo sin sentido. Una emoción ignorante que magnifican aquellos que no aspiran a otra cosa más que a perseguir los pasos de otra persona. Pero no era cierto, estaba equivocado. No todos pueden sentirlo, quien lo experimenta rebasa las barreras de cualquier lógica. Ni siquiera la ciencia podría explicarlo.

Mi existencia nunca había tenido tanto sentido.

Kathia era la ecuación que determinaba el principio y el final de mi universo.

Apreté los ojos y asentí con la cabeza. Debía controlarme. Temer ahora era demasiado estúpido.

Suspiré. Y clavé mi atención sobre el nombre de la persona que había enterrada bajo mis pies.

—¿Qué te parece, Hannah? —Su nombre resbaló mordaz por mis labios creándome un fuerte estado de euforia: «Thomas», susurró mi fuero interno—. Ha habido un cambio de planes y vuelvo a Roma antes de lo previsto. —Torcí el gesto mientras Ken resoplaba una sonrisa. Se había acostumbrado a mi macabra ironía—. Me gustaría haber visto tu reacción al saber que mañana veré a tu hija.
Me levanté y guardé las manos en los bolsillos de mi chaqueta de cuero negra.

—Tu tío no era tan perverso... —comentó Ken sin apartar la vista de la lápida de la auténtica madre de Kathia.

Él estaba tan complacido con aquella muerte como yo.

—¿Eso me convierte en una versión mejorada? —quise saber, empleando el mismo tono divertido que el japonés.

Me miró de reojo. Sus pupilas eran de un bonito color caramelo.

Sonrió de medio lado.

—Definitivamente, eres un retorcido y seductor cabronazo. —Me lo tomaré como un halago, compañero. —Le di una palmada cariñosa en el hombro. Debía irme—. Nos vemos en Tokio, Takahashi. —Nos vemos en Tokio, Gabbana.

Desafío


Mafia - Alessandra Neymar #5

Mauro
Miré a Sarah y leí sus labios.

<<Huye. >> Y podría haberlo hecho. Era el único de los dos que gozaba de esa oportunidad. Pero no era egoísta, no estaba creado para abandonar a alguien que me importaba. Mucho menos cuando lo había prometido.

Por eso me quedé muy quieto, saboreando el regusto amargo de la traición más inesperada mientras valoraba las posibilidades que teníamos los dos de salir de allí.

Resultaba muy irónico que aquel aeródromo privado en Civitavecchia fuera tan espacioso y sin embargo siquiera pudiéramos movernos. Quizás tenía que ver el hecho de que nos había rodeado un séquito de diez hombres.

Uno de ellos había capturado a Sarah y dos más me apuntaban con un arma sabiendo que sus compañeros no intervendrían, pero lo harían si fuera necesario. No venía al caso, pero me sentí poderoso. Si mi padre había necesitado de refuerzos para capturarme seguramente se debía a que me consideraba bastante habilidoso.

Apreté los dientes.

Alessio Gabbana dio varios pasos al frente con lentitud. La oscuridad que resaltaba casi parecía una extensión perversa de su sombra.

—No vas a dejar esta ciudad. —Señaló la puerta de su coche—. Y ahora obedece, hijo mío.

Joder…

—¿Por qué? —Quise saber creyéndome una autoridad que no sentía.

—Deja que me ahorre las explicaciones.

Resoplé una sonrisa y negué con la cabeza conteniendo unas estúpidas lágrimas que amenazaban con caer. Aquello era surrealista.

—Resulta que en la mafia un hombre si puede traicionar a su sangre, ¿no es así? —murmuré notando como mi fuero interno se desgarraba.

Alessio asintió con la cabeza, pero no pareció que me estuviera dando la razón. Sino más bien fue un gesto de altivez. Quería demostrarme que no le importaban mis palabras.

—Arrestadles —ordenó.

Pero mis dedos enseguida se hicieron con el arma que tenía en la parte baja de la espalda. Le apunté justo cuando él se daba la vuelta, importándome una soberana mierda que ahora me estuvieran amenazando cinco armas. Si decidían matarme, me llevaría a mi padre conmigo.

—¿Por qué? —pregunté de nuevo al tiempo en que cargaba la pistola.

Mi padre me miró de reojo y soltó una sonrisilla pesada y aburrida mientras agitaba las manos para calmar a sus esbirros. No le conocía. No sabía quién era ese hombre, ni tampoco cómo demonios podía parecer tan retorcido dentro de aquel traje de firma.

—Adelante, dispara —me animó—. Dispara a tu propio padre para salvaguardar el bienestar de tu primo y esa cría.

Que mencionara a Cristianno con aquel desdén me produjo un escalofrío. No iba a tolerarle que despreciara de aquel modo mi relación con él. No se trataba solo de su bienestar, sino de poder ser libres. Los dos juntos.

—Hay ocho balas en este cargador —mascullé enfatizando mi postura.

—Vacíalo, entonces. —Estuve a punto—. Dispara, Mauro. —Quería hacerlo... Pero... Alessio sonrió—. No puedes, porque eres igual de leal que él. —Un comentario tan nostálgico como cruel.

¿A quién se refería? ¿De quién coño estaba hablando?

—¡DIME POR QUÉ! —grité hasta rasgarme la garganta.

Me descontrolaba. Porque en el fondo no me preocupaba lo que pudiera pasarme a mí tras aquella noche. Jamás previmos que uno de los nuestros nos traicionaría de esa forma.

Un quejido. Un forcejeo. No me hizo falta mirar para saber que Sarah ahora corría más peligro que hacía unos minutos. Era la forma que Alessio tuvo de incitarme a aceptar sus órdenes.

—Suelta el arma —impuso, ahora mucho más severo.

—No lo hagas, Mauro... —Sarah siquiera pudo terminar su súplica.

Y yo, poco a poco, me asfixiaba.

De haber estado solo no me hubiera importado iniciar una reyerta, siquiera el final que eso pudiera darme. Pero..., no solo se trataba de cuidar de Sarah. Sino también de su hijo.

Bajé el arma.

—Buen chico —sonrió mi padre al tiempo en que amordazaban a mi amiga.

Eché a correr hacia ella.

—¡¿Adónde la lleváis?! —chillé antes de que dos esbirros me interceptaran con una fuerza que me cortó el aliento— ¡Soltadla!

—¡Mauro, no! —Me suplicó ella cuando me vio caer al suelo.

—¡¿Por qué haces esto, papá?! —Me retorcí—. ¡¡MÍRAME!!

Pero Alessio no me miró. Y permitió que me golpearan sin miramientos hasta sentir como se me escapaba la consciencia.

A través de una mirada borrosa pude ver a Sarah. Gritaba mi nombre y se resistía... No iba a poder hacer nada por ella.

Me imaginé volando a Japón. Mirando a mi primo mientras besaba a Kathia, sobre un puente, en mitad de la noche. El sonido del río bajo nuestros pies, la luna reflejándose en el agua, el aroma de las flores del cerezo. Imaginé a Enrico sosteniendo a su hijo y a Giovanna despertándome con un beso una mañana cualquiera...

Imaginar...

Maldita fuera esa palabra.

<<Lo siento, Cristianno... No voy a poder ayudarte, compañero. >>

Mafia


Tu y yo - Alessandra Neymar #6


Lo sé bien…Ese instante en que tú me miras. Mi corazón se detiene.Y, tan solo, existimosTÚ Y YO.
Adéntrate en esas otras voces de BCPR que tanto tienen que decir y disfruta de su historia.

Cuatro relatos llenos de intensidad, amor, amistad y lealtad.






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Sinceramente es una de las mejores sagas que leí (HIPER RECOMENDADA), la ame y la amo, la escritora es una genia y un amor, postea en su pagina relatos de personajes "secundarios" (para mi son todos protagonistas) son esos personajes que siempre te preguntas que pensaron en tal ocasion o que paso para que llegaran a esa conclusión y bueno, ella nos lo cuenta... No se si sigue teniendo la pagina pero mi relato favorito lo pueden encontrar AQUI


La primera vez que leí esta saga fue en el 2014, recuerdo que estaba en el ultimo año de la secundaria, a principio de año leí los primeros dos libros y me gustaron mucho, tanto que se lo recomendé a la chica que me introdujo al mundo de la lectura.

Ese año al terminar de leer el segundo libro que me rompió todo y con mi amiga nos repetíamos "Esto no puede terminar así, en el libro que viene todo se arreglara" Peeeero para el siguiente libro faltaba varios meses.

Un día, como no se conseguía y aun no lo consigo en librerías a los libros de Alessandra Neymar, buscando en internet me encuentro con el tercer libro en PDF y empece a leerlo, en esa época no tenia celular así que no pude avisarle a mi amiga. Tarde una tarde y una noche en leerlo de lo emocionada que estaba, al día siguiente cuando fui al colegio lo primero que hice fue buscar a mi amiga que si tenia celular y fuimos a la sala de computación y le mande por mail el libro.

Ella lo termino de leer al día siguiente justo en clases de  Fisico-Quimica y como yo estaba al pedo porque había terminado mi tarea, no se porque se me ocurrió mirarla y justo ella me miro y le pregunte casi telepaticamente si lo termino (es que apenas moví los labios y no supe como me entendio jajajja) y ella asintio con la cabeza e hixo señas como si llorara.

Esta es una saga que me gusto no solo por como esta escrito sino porque me llego un monton y me hizo vivir esa historia y todavia lo hace porque por miedo a lo que pase en Mafia aun no lo lei (aparte de que no tengo mucho tiempo libre por la facu)

Espero que ustedes lo lean porque es una historia genial, donde nada es lo que parece y donde todo puede pasar.

Uff si me he rompido el coco pensando en los porques y luego terminar con la boca abierta cuando me dicen que la verdad ahora es mentira y que por eso pasan cosas que nunca pense que iban a pasar jajajaja

Buenas noches!!!! esto es Locura PDF, un blog donde pueden ver reseñas de libros que me gustan o que me gustaría leer, las invito a compartir, suscribirse!!! y a COMENTAR!! si quieren este libro mandenme un mail a locura.pdf15@gmail.com si me quieren pedir un libro tambien diganme por mail. Hare todo lo posible para contestarle lo mas rapido posible, no ando con celular asi que para contestarle tendre que conectarme en una compu, respondere seguro los LUNES y JUEVES!!! a esta hora masomenos. Saludos y besos para todos los lectores

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