Mirame y Dispara - Alessandra Neymar #1
Kathia Carusso, una joven adolescente de la alta aristocracia italiana, regresa a Roma tras muchos años de internado sin entender muy bien por qué su familia la quiere de vuelta. Allí se reencuentra con Cristianno Gabbana, un conocido de la familia con quien nunca ha tenido muy buena relación. Christiano es terriblemente atractivo, impulsivo, y no parece tener más preocupaciones que las peleas con otras bandas y coquetear con chicas de piernas largas. Al empezar el curso, Kathia y Cristianno verán que no sólo comparten la misma clase sino también el mismo grupo de amigos. Lo que empezará con odio irá desembocando a una tensión cada vez más fuerte, con provocaciones cada vez más descaradas y situaciones límite... Y cuando finalmente ambos se atrevan a aceptar sus verdaderos sentimientos, deberán sortear obstáculos que nunca hubiera ni imaginado...
PROLOGO
Kathia
El coche arrancó. Dejé a Cristianno tirado en el
suelo, forcejeando con su primo. Él quería venir en mi busca, pero se lo
impedían. Mejor así.
Los recuerdos me abrumaban y apenas me dejaban
respirar. Era consciente de lo poco que valía mi vida si él no estaba a mi
lado. Todo lo que para mí tenía significado llevaba su nombre. Ese nombre que
retumbaba en mi cabeza con más intensidad que nunca.
Cristianno, Cristianno, Cristianno...
Lo miré por última vez. Todavía tenía el sabor de su
cuerpo en mis labios, el calor de su tacto en mi piel, el susurro de sus
palabras en mi cuello... Y ahora veía cómo su figura se iba alejando. Me
obligaban a apartarme de él sin darse cuenta de que con ello me obligaban
también a morir. Pero eso es algo que no les debía de importar lo más mínimo,
después de tantas veces como habían puesto mi vida en peligro.
Mi corazón se quedó allí, con él, mientras su imagen
se borraba empañada por mis lágrimas.
Mírame y dispara
Mírame y dispara
Traición - Alessandra Neymar #2
Kathia
Reconocí la letra al mismo tiempo en que le sentía
tras de mí.
Mírame. Estoy aquí.
Me di la vuelta ansiosa por verle.
Cristianno esperaba entre las sombras de un rincón
alejado de la entrada al cenador, enloquecedoramente atractivo. Con el gesto
cabizbajo, intensificando el bellisimo resplandor de sus ojos y vigorizando su
figura.
Contuve el aliento, sintiendo la urgencia de besarle
allí mismo y enmendar los errores que cometí aquella mañana. Pero solo fui
capaz de llevarme una mano a la boca y olvidar el control sobre una lágrima que
resbaló por mi mejilla.
—¿Cómo has sabido que vendría aquí́? —pregunté sin
apenas voz, más concentrada en él que en la posibilidad de que le descubrieran.
—Te he seguido —resolló.
Fue entonces cuando me di cuenta que estaba
caminando hacia él sin voluntad sobre mí misma, atraída completamente por la
incuestionable seducción que desprendía.
—¿Cuándo tiempo llevas aquí? —jadeé.
Cristianno entrecerró los ojos y torció el gesto
lentamente.
—He llegado a tiempo de ver como Valentino te besaba
—aludió, ignorando que me dejaría desolada. Tanto que no pude seguir
manteniendo su mirada.
Agaché la cabeza, tocándome las manos con
nerviosismo y buscando desesperadamente una forma de demostrarle todo lo que se
paseaba por mi mente. El merecía una explicación, ambos necesitábamos que yo le
contara lo que sentía. Eso era lo que me había pedido en el probador y lo que
yo no supe darle.
—Cristianno, yo... nada de esto... —tartamudeé
cabizbaja.
—Cállate... —gimió colocando un dedo sobre mis
labios. Me estremeció el contacto y él supo reconocer que era porque acaba de
tocarme—. No hace falta que digas nada.
Se acercó a mi boca, creando un suspense
terriblemente excitante que me hizo cerrar los ojos un instante. No debería
haberme impresionado tanto, porque Cristianno solía ser así de provocativo,
pero había algo más tras aquellos gestos. Lo noté en el calor que desprendía.
—¿Vas a besarme? —suspiré.
—¿Es lo que quieres?
—Siempre lo he querido.
Observó como uno de sus dedos se deslizaba por mi
clavícula.
—No lo parecía esta mañana —espetó antes de mirarme
fijamente—. Te lo pondré bien fácil, amor. O te resistes o te dejas llevar, tú
decides.
Se me contrajo el vientre.
Colapso - Alessandra Neymar #3
Kathia
Cristianno... ¿Me oyes, mi amor?
Silencio, denso y profundo.
Y frío. Intenso, duro, atravesando cruelmente mis
huesos hasta hacerlos crujir. Un frío que dolía, y que no me importaba sentir.
¿Estás ahí?
La corriente nocturna entró en el panteón Gabbana
dándome la sensación de que alguien caminaba a mi alrededor. Quise creer que
cada movimiento eran pasos similares al de unos pies calzados avanzando con
pereza. Sabía que era el viento, pero dejé que mi mente fuera más allá
imaginando que su presencia acababa de irrumpir allí. Idea que cobró más fuerza
cuando los velones que iluminaban el lugar titilaron apunto de apagarse. Por un
momento mi sombra cubrió toda la piedra del sarcófago en un extraño y siniestro
abrazo. No me moví, no levanté la mirada de su nombre y tampoco dejé de
acariciarlo, letra por letra. Me mantuve impertérrita rogando que aquella
ráfaga fuera realmente su alma que, tal vez, venía a llevarme con él...
Cerré los ojos, apretando fuerte.
No deberías estar muerto...
Un pensamiento que tenía escondido en el último
rincón de mi mente, bajo llave y junto a todos y cada uno de los recuerdos que
había compartido con Cristianno para que nadie pudiera dañarlos. Era lo único
que me quedaba de él.
Tu corazón tendría que latir contra el mío. Tendría que sentirlo pegado a mi pecho, colándose bajo mi piel, estremeciéndose con cada uno de sus latidos. Tendría que estar saboreando tu vida en mis labios, sintiéndote dentro de mí, formando parte de mi cuerpo.Tendrías que haberme mirado una última vez aquella maldita noche y gritado que yo podría sacarnos de allí, aunque fuera mentira, aunque supieras que esa posibilidad habría terminado con nuestras vidas.Deberías haber cogido mi mano, apretarla fuerte y haber mantenido tu mirada pegada a la mía mientras nos consumían las llamas... a los dos... Juntos.Tendrías que haberme dejado morir contigo... O los dos o ninguno, pero nunca tú solo. Maldita sea, nunca tú solo... No debiste morir sin mí. Porque no hay mayor tortura que continuar respirando un aire que a ti ya no te hace falta respirar.Te has llevado mi vida, Cristianno... Te lo has llevado todo, amor.
Supe que había empezado a llorar cuando abrí los
ojos y vi las letras de piedra húmedas por las lágrimas. El ambiente se volvió
más helado, agarrotando mis músculos hasta doler y haciendo que mi respiración
fuera un aliento mucho más espeso. Aquello solo podía significar una cosa:
nevaba de nuevo, como la madrugada pasada.
Finalmente, los velones se apagaron y la oscuridad
engulló el lugar. Oscuridad y silencio..., como si de algún modo Cristianno no
estuviera de acuerdo con lo que acababa de decirle.
Lo siento, cariño, pero eso es algo que ni siquiera tú puedes evitar.
Sentí el frío de la piedra en mis labios cuando la
besé. Acomodé mi cabeza como si fuera su pecho y contemplé la nieve caer, cada
vez más intensa.
Es extraño que nieve a mediados de Marzo, ¿no crees?
Pero Cristianno no contestó. No lo haría nunca...
Porque estaba muerto.
—Abrázame —jadeé.
Y si lo hizo, jamás lo sabría.
Colapso
Desafio - Alessandra Neymar #4
Cristianno
No podía ser un buen hombre si me gustaba la mafia.
Esos principios contradecían las normas tácitas de
la moralidad y me convertían en la clase de persona que suponía un conflicto
para el mundo. Pero, aun siendo conocedor de la diferencia entre el bien y el
mal, el espacio entre el adolescente que había sido y el hombre en quien me
había convertido nunca me pareció tan extraordinario.
Probablemente debería haberlo lamentado, pero
entonces hubiera sido un puto mentiroso.
No, ya no era un simple crío de dieciocho años.
Era el tipo que cualquiera temería. El mismo que
deseaba ser desde que tenía uso de razón y que jamás creí que sería; al menos
no tan joven, ni precisamente por aquellas razones
Nunca quise tener que administrar mis emociones para
poder encontrar el modo de prolongar mi vida y la de alguien a quien amaba.
Nunca quise morir y mucho menos tener que hacerlo para satisfacer las turbias
necesidades de un megalómano.
Me había resistido tanto a esa alternativa que aún
notaba la rebeldía. Pero también entendí condenadamente bien la situación, e
incluso disfruté del proceso. Algo que me convirtió en una especie de ángel de
la muerte. Nadie sabía que existía, nadie sabía a qué amenaza se enfrentaba.
Por lo tanto, era incluso más poderoso de lo que imaginaba.
Invencible... porque los muertos no pueden volver a
morir.
Daba igual las vueltas que diera o mis esfuerzos por
evitarlo. Tarde o temprano sería lo que ahora soy: el maldito señor de la mafia
en Italia. Solo que nadie lo sabía, y para cuando lo supieran, sería demasiado
tarde para erradicarlo.
Solté una sonrisa retorcida. Me fascinaba saber que
mi supremacía era tan absoluta y que, después de todo, Angelo Carusso era solo
un maldito peón sobre un tablero de ajedrez. Mi marioneta.
En Londres lloviznaba aquella tarde.
Era jueves.
Y estaba en el cementerio de Highgate acuclillado ante
la tumba de mi última víctima; había provocado que se ahorcara delante de mí.
Le di una calada a mi cigarro, lo apagué en la piedra
de su lápida y expulsé el humo.
Era más experimentado, menos vulnerable. La fina
línea que separaba la muerte del éxito estaba delimitada por mis acciones, por
cada uno de mis pasos. Si yo fallaba, esa línea se rompería.
Por eso no me convenía ser demasiado salvaje fuera
de mi jurisdicción. En Italia la mafia lo controlaba todo, nadie sabía nada; y
si alguno estaba al corriente hacía la vista gorda y sacaba provecho. Pero
fuera de estas fronteras no teníamos tanto mando. Actuar sin pensar en las consecuencias
podría despertar la curiosidad de las autoridades, lo que nos habría convertido
en una red internacional de extorsión objetivada por las organizaciones
policiales de media Europa.
«Debes tener
cuidado, ¿de acuerdo?», me había advertido Enrico.
Y entonces pensé: «¿Por qué mancharnos las manos si lo pueden hacer las propias víctimas?»
Exacto. El suicidio era la mejor estrategia para
eliminar a nuestros enemigos.
Vi los pies de Ken Takahashi detenerse a pocos
centímetros de mí. —Todo está listo, Gabbana —dijo el japonés.
Y le miré de reojo.
Él era el hijo de Hiroto, el profesor de la Universidad
de Oxford que tanto había aparecido en el USB que Fabio había entregado a
Kathia antes de morir. Tenía treinta y cuatro años y era un bioquímico tan
excelente como corrupto, además de uno de los mejores, más indispensables y secretos
amigos de mi difunto tío.
Una de las cosas que más me impresionaron de Ken al
conocerle, más allá de su aspecto tan pueril y de ser él quien protegía los
diarios de mi tío, fue su extraordinaria inteligencia. Trabajar a su lado había
resultado ser toda una experiencia, además de una sorpresa, pues las
coordenadas que encontramos en la caja fuerte de Fabio resultaron no serlo. Se
trataba de un código de acceso a una vía segura de comunicación; a grandes
rasgos, un número de teléfono que nos conducía a Ken. —El jet sale en una hora.
Tienes que irte — añadió.
Siempre que le observaba me causaba la misma
sensación de consonancia. Pero aquella vez no pudo con mi repentina
inestabilidad.
No había pasado el tiempo suficiente. Para mí había
supuesto una eternidad, pero en realidad apenas habían sido unas semanas. Los
motivos con los que argumentar mi simulada muerte tenían sentido, demasiado
quizás. Pero también temía que eso no sirviera de explicación cuando Kathia me la
exigiera.
Tragué saliva.
La idea de perderla me trastornaba, era el único
pensamiento que me hacía vacilante e inseguro.
Hace tiempo pensar en el amor como un sentimiento
que yo pudiera experimentar me parecía estúpido e innecesario. Algo creado para
los débiles y fracasados. Algo sin sentido. Una emoción ignorante que
magnifican aquellos que no aspiran a otra cosa más que a perseguir los pasos de
otra persona. Pero no era cierto, estaba equivocado. No todos pueden sentirlo,
quien lo experimenta rebasa las barreras de cualquier lógica. Ni siquiera la
ciencia podría explicarlo.
Mi existencia nunca había tenido tanto sentido.
Kathia era la ecuación que determinaba el principio
y el final de mi universo.
Apreté los ojos y asentí con la cabeza. Debía controlarme.
Temer ahora era demasiado estúpido.
Suspiré. Y clavé mi atención sobre el nombre de la
persona que había enterrada bajo mis pies.
—¿Qué te parece, Hannah? —Su nombre resbaló mordaz
por mis labios creándome un fuerte estado de euforia: «Thomas», susurró mi fuero
interno—. Ha habido un cambio de planes y vuelvo a Roma antes de lo previsto.
—Torcí el gesto mientras Ken resoplaba una sonrisa. Se había acostumbrado a mi
macabra ironía—. Me gustaría haber visto tu reacción al saber que mañana veré a
tu hija.
Me levanté y guardé las manos en los bolsillos de mi
chaqueta de cuero negra.
—Tu tío no era tan perverso... —comentó Ken sin
apartar la vista de la lápida de la auténtica madre de Kathia.
Él estaba tan complacido con aquella muerte como yo.
—¿Eso me convierte en una versión mejorada? —quise
saber, empleando el mismo tono divertido que el japonés.
Me miró de reojo. Sus pupilas eran de un bonito
color caramelo.
Sonrió de medio lado.
—Definitivamente, eres un retorcido y seductor
cabronazo. —Me lo tomaré como un halago, compañero. —Le di una palmada cariñosa
en el hombro. Debía irme—. Nos vemos en Tokio, Takahashi. —Nos vemos en Tokio,
Gabbana.
Desafío
Desafío
Mafia - Alessandra Neymar #5
Mauro
Miré a Sarah y leí sus labios.
<<Huye.
>> Y podría haberlo hecho. Era el único de los dos que gozaba de esa
oportunidad. Pero no era egoísta, no estaba creado para abandonar a alguien que
me importaba. Mucho menos cuando lo había prometido.
Por eso me quedé muy quieto, saboreando el regusto
amargo de la traición más inesperada mientras valoraba las posibilidades que
teníamos los dos de salir de allí.
Resultaba muy irónico que aquel aeródromo privado en
Civitavecchia fuera tan espacioso y sin embargo siquiera pudiéramos movernos.
Quizás tenía que ver el hecho de que nos había rodeado un séquito de diez
hombres.
Uno de ellos había capturado a Sarah y dos más me
apuntaban con un arma sabiendo que sus compañeros no intervendrían, pero lo
harían si fuera necesario. No venía al caso, pero me sentí poderoso. Si mi
padre había necesitado de refuerzos para capturarme seguramente se debía a que
me consideraba bastante habilidoso.
Apreté los dientes.
Alessio Gabbana dio varios pasos al frente con
lentitud. La oscuridad que resaltaba casi parecía una extensión perversa de su
sombra.
—No vas a dejar esta ciudad. —Señaló la puerta de su
coche—. Y ahora obedece, hijo mío.
Joder…
—¿Por qué? —Quise saber creyéndome una autoridad que
no sentía.
—Deja que me ahorre las explicaciones.
Resoplé una sonrisa y negué con la cabeza
conteniendo unas estúpidas lágrimas que amenazaban con caer. Aquello era
surrealista.
—Resulta que en la mafia un hombre si puede
traicionar a su sangre, ¿no es así? —murmuré notando como mi fuero interno se
desgarraba.
Alessio asintió con la cabeza, pero no pareció que
me estuviera dando la razón. Sino más bien fue un gesto de altivez. Quería
demostrarme que no le importaban mis palabras.
—Arrestadles —ordenó.
Pero mis dedos enseguida se hicieron con el arma que
tenía en la parte baja de la espalda. Le apunté justo cuando él se daba la
vuelta, importándome una soberana mierda que ahora me estuvieran amenazando
cinco armas. Si decidían matarme, me llevaría a mi padre conmigo.
—¿Por qué? —pregunté de nuevo al tiempo en que
cargaba la pistola.
Mi padre me miró de reojo y soltó una sonrisilla
pesada y aburrida mientras agitaba las manos para calmar a sus esbirros. No le
conocía. No sabía quién era ese hombre, ni tampoco cómo demonios podía parecer
tan retorcido dentro de aquel traje de firma.
—Adelante, dispara —me animó—. Dispara a tu propio
padre para salvaguardar el bienestar de tu primo y esa cría.
Que mencionara a Cristianno con aquel desdén me
produjo un escalofrío. No iba a tolerarle que despreciara de aquel modo mi
relación con él. No se trataba solo de su bienestar, sino de poder ser libres.
Los dos juntos.
—Hay ocho balas en este cargador —mascullé
enfatizando mi postura.
—Vacíalo, entonces. —Estuve a punto—. Dispara,
Mauro. —Quería hacerlo... Pero... Alessio sonrió—. No puedes, porque eres igual
de leal que él. —Un comentario tan nostálgico como cruel.
¿A quién se refería? ¿De quién coño estaba hablando?
—¡DIME POR QUÉ! —grité hasta rasgarme la garganta.
Me descontrolaba. Porque en el fondo no me
preocupaba lo que pudiera pasarme a mí tras aquella noche. Jamás previmos que
uno de los nuestros nos traicionaría de esa forma.
Un quejido. Un forcejeo. No me hizo falta mirar para
saber que Sarah ahora corría más peligro que hacía unos minutos. Era la forma
que Alessio tuvo de incitarme a aceptar sus órdenes.
—Suelta el arma —impuso, ahora mucho más severo.
—No lo hagas, Mauro... —Sarah siquiera pudo terminar
su súplica.
Y yo, poco a poco, me asfixiaba.
De haber estado solo no me hubiera importado iniciar
una reyerta, siquiera el final que eso pudiera darme. Pero..., no solo se
trataba de cuidar de Sarah. Sino también de su hijo.
Bajé el arma.
—Buen chico —sonrió mi padre al tiempo en que
amordazaban a mi amiga.
Eché a correr hacia ella.
—¡¿Adónde la lleváis?! —chillé antes de que dos
esbirros me interceptaran con una fuerza que me cortó el aliento— ¡Soltadla!
—¡Mauro, no! —Me suplicó ella cuando me vio caer al
suelo.
—¡¿Por qué haces esto, papá?! —Me retorcí—. ¡¡MÍRAME!!
Pero Alessio no me miró. Y permitió que me golpearan
sin miramientos hasta sentir como se me escapaba la consciencia.
A través de una mirada borrosa pude ver a Sarah.
Gritaba mi nombre y se resistía... No iba a poder hacer nada por ella.
Me imaginé volando a Japón. Mirando a mi primo
mientras besaba a Kathia, sobre un puente, en mitad de la noche. El sonido del
río bajo nuestros pies, la luna reflejándose en el agua, el aroma de las flores
del cerezo. Imaginé a Enrico sosteniendo a su hijo y a Giovanna despertándome
con un beso una mañana cualquiera...
Imaginar...
Maldita fuera esa palabra.
<<Lo siento, Cristianno... No voy a poder
ayudarte, compañero. >>
Mafia
Tu y yo - Alessandra Neymar #6
Lo sé bien…Ese instante en que tú me miras. Mi corazón se detiene.Y, tan solo, existimosTÚ Y YO.
Adéntrate en esas otras voces de BCPR que tanto
tienen que decir y disfruta de su historia.
Cuatro relatos llenos de intensidad, amor, amistad y
lealtad.
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Sinceramente es una de las mejores sagas que leí (HIPER RECOMENDADA), la ame y la amo, la escritora es una genia y un amor, postea en su pagina relatos de personajes "secundarios" (para mi son todos protagonistas) son esos personajes que siempre te preguntas que pensaron en tal ocasion o que paso para que llegaran a esa conclusión y bueno, ella nos lo cuenta... No se si sigue teniendo la pagina pero mi relato favorito lo pueden encontrar AQUI
La primera vez que leí esta saga fue en el 2014, recuerdo que estaba en el ultimo año de la secundaria, a principio de año leí los primeros dos libros y me gustaron mucho, tanto que se lo recomendé a la chica que me introdujo al mundo de la lectura.
Ese año al terminar de leer el segundo libro que me rompió todo y con mi amiga nos repetíamos "Esto no puede terminar así, en el libro que viene todo se arreglara" Peeeero para el siguiente libro faltaba varios meses.
Un día, como no se conseguía y aun no lo consigo en librerías a los libros de Alessandra Neymar, buscando en internet me encuentro con el tercer libro en PDF y empece a leerlo, en esa época no tenia celular así que no pude avisarle a mi amiga. Tarde una tarde y una noche en leerlo de lo emocionada que estaba, al día siguiente cuando fui al colegio lo primero que hice fue buscar a mi amiga que si tenia celular y fuimos a la sala de computación y le mande por mail el libro.
Ella lo termino de leer al día siguiente justo en clases de Fisico-Quimica y como yo estaba al pedo porque había terminado mi tarea, no se porque se me ocurrió mirarla y justo ella me miro y le pregunte casi telepaticamente si lo termino (es que apenas moví los labios y no supe como me entendio jajajja) y ella asintio con la cabeza e hixo señas como si llorara.
Esta es una saga que me gusto no solo por como esta escrito sino porque me llego un monton y me hizo vivir esa historia y todavia lo hace porque por miedo a lo que pase en Mafia aun no lo lei (aparte de que no tengo mucho tiempo libre por la facu)
Espero que ustedes lo lean porque es una historia genial, donde nada es lo que parece y donde todo puede pasar.
Uff si me he rompido el coco pensando en los porques y luego terminar con la boca abierta cuando me dicen que la verdad ahora es mentira y que por eso pasan cosas que nunca pense que iban a pasar jajajaja
Buenas noches!!!! esto es Locura PDF, un blog donde
pueden ver reseñas de libros que me gustan o que me gustaría leer, las invito a
compartir, suscribirse!!! y a COMENTAR!! si quieren este libro mandenme un mail
a locura.pdf15@gmail.com si me quieren pedir un libro tambien diganme por mail.
Hare todo lo posible para contestarle lo mas rapido posible, no ando con
celular asi que para contestarle tendre que conectarme en una compu, respondere
seguro los LUNES y JUEVES!!! a esta hora masomenos. Saludos y besos para todos
los lectores
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