lunes, 5 de junio de 2017

Te esperare toda mi vida de Megan Maxwell



















Te esperare toda mi vida - Megan Maxwell

¿Qué ocurriria si una mujer del siglo XXI, como tu, viajara en el tiempo al siglo XVII?

Averigualo sumergiendote en las paginas de esta novela de la mano de Montse y sus dos amigas, Julia y Juana; unas españolas afincadas en Londres.

Una rifa, un premio, un viaje, una ciudad: Edimburgo. Tierra de leyendas y escoceses.

Allí, en aquel momento, en aquel lugar, ocurrirá algo que cambiara para siempre la vida de la protagonista y sus amigas.

¿Quieres saber que pasa? ¿ Te apetece sonreír y divertirte? ¿Deseas enamorarte?

Entonces, no tienes mas remedio que abrir el libro y ponerte cómoda.

¡Disfrútalo!

PROLOGO

Aberdeen, Escocia, 1429.

Alannah Carmichael, corría asustada por el empapado y verde descampado, sujetando su avanzado embarazo con ambas manos. Keeva, la hechicera, la seguía con la maldad ardiendo en su rostro deseoso de venganza.

Un día antes, en el castillo de Aberdeen, el enlace entre Sean Roberts y lady Marian Mctouch se había tornado en fatalidad. Por error, durante los festejos, una flecha de los Carmichael había acabado con la vida de Brendan, el hijo de Keeva.

Atrás quedaron los días de placida vida y las noches de quietud. Keeva había perdido a su adorado hijo y su furia era imparable.

- Deteneos, Alannah, no tenéis escapatoria - chillo Keeva con lo ojos encendidos por la venganza.

La joven, asustada, no quería dejar de correr, pero el agotamiento provocado por el peso del bebe e su vientre y la proximidad del acantilado, le hicieron parar. Si seguía avanzando caería al mar. Estaba acorralada. No podía huir. Por ello, y a sabiendas de que iba a morir, se volvió hacia su perseguidora y, mirándola a los ojos, grito con aplomo:

- Os juro, Keeva, que aun muerta no descansare hasta vengar la muerte de mi esposo. ¿Por que le habéis matado? ¿Por que?

- Porque le amabais. Como yo a mi hijo.

Delirante, la hechicera se acerco a ella y aferro con fuerza el colgante que Alannah lucia en el cuello, arrancándoselo de un fuerte tirón.

- Devolvedme la joya de los Carmichael.

Aquel medio corazón tallado en piedra blanca era, junto con la otra mitad que su difunto marido aun llevaba en el cuello, la joya mas preciada de su clan. La desesperación de la joven hizo reír a la hechicera que, enloquecida por los acontecimientos de los últimos días, se aproximo hasta casi rozarle la cara con su aliento.

- No, Alannah, no os lo devolveré - siseo.

- ¡Matadme a mi, pero dejad vivir a mi hijo! - grito la futura madre al ver como la enloquecida mujer miraba su tripa.

Durante unos segundos Keeva dudo. Pero no; quería hacerle daño, y tras pensar en una venganza perdurable en el tiempo, exclamo levantando las manos.

- No os voy a matar Alannah. Viviréis para ser testigo del dolor que sufría vuestro hijo el día que sea feliz. Porque yo, Keeva Raeburn, hechicera de Montrose, maldigo a todos los Carmichael a partir del nacimiento de este niño.

- ¡Noooo! - grito horrorizada Alannah, mientras escuchaba las voces de los guerreros que se acercaban para auxiliarla.

- No seréis felices. ¡Nunca! Vuestra felicidad me la llevo con el colgante - bramó enloquecida -. Todos perderéis al ser amado en el momento en que vuestro corazones rebosen de felicidad. Vuestras vidas serán una pura agonía, desamparo y soledad; porque cualquier Carmichael que ame, verá morir a su pareja. Y este hechizo solo se desvanecerá cuando uno de esos amados el colgante vuelva a encontrar.

- Keeva... no - imploro Alannah, al ser consciente de lo que la miserable mujer pensaba hacer.

Dicho aquello, la hechicera sonrió y se precipito al vació desde el impresionante acantilado de Aberdeen, desapareciendo para siempre una vez que cayo al mar.

Y la maldición de Keeva inundo de tristeza, durante siglos, a todos los Carmichael.

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